Buenos Aires
En el marco del taller "Por el Gusto de Contar" escribí este cuento donde trabajé los tiempos de verbos.
Espero que les guste.
Espero que les guste.
Hordas de mendigos y ropajes indistintos ardían al unísono a los
pies de la Piazza Della Signoría. Diez guardias civiles erguidos en la puerta
de entrada del Palazzo Vecchio impedían el paso al vulgo de salvaguardarse de
la sombra que azotaba Florencia en 1348.

En la cocina, una olla
hirviente contenía el primer plato de una estadía que se percibía eterna... El
autor de la receta era Giovanni Boccaccio, un joven escritor que había vuelto de
los confines napolitanos, (¿o confites?).
Se trataba de una combinación de carne, pasta y líquidos.
Beodo en la taberna, Giovanni le había escrito en un papel sucio el paso a paso de este manjar a la cocinera del palacio luego de que ella,
absorta por su hombría, se hubiese entregado a la perdición de sus encantos.
“Ir al mercado, buscar 4 cuartos de pollo deshuesado, harina,
huevos y aceite. Amase una pasta, córtela
en redondeles y calcule 10 trozos por invitado. Luego hierva agua, coloque el
pollo deshuesado. Una vez listo, en el mismo agua hirviente, coloque la pasta, cocine 10 minutos y sirva.
Buon Appetito!”

La guardia oficial ahora
enciende una nueva fogata en la esquina con muebles de una iglesia, se divisa
una cruz flameante. Sin embargo, nada
impide a María pensar en su amante Giovanni. No sabe que Silvestre ha dado la
orden de envenenarla esa misma noche a cambio de una fortuna que le pagará su esposo quien se lo ha canjeado.
Ella yacerá en minutos y su
belleza y su llama se apagarán para siempre. Su esposo recuperará esa fortuna y
Silvestre de Medici creará con ese dinero ganado con la vendetta, los bancos. La peste se llevará 50 millones de
contemporáneos. Giovanni escribirá “El
Decamerón” y esa misma María que se está sentando a la mesa para tomar su
última cena, será la musa inspiradora a la que llamará La Fiammetta.
Silvia Ramos de Barton
Directora
Twitter: @SilBarton
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